VISIONES DE UN MUNDO OCULTO (9)

 

LAS MORADAS MERCURIALES

Los griegos le llamaban Hermes, los romanos Mercurio… Es sorprendente su presencia vigilante en tantos rincones de ciudades tan diversas hoy en día, hasta se diría que en ocasiones se manifiesta en una cantidad exagerada. Es algo que se puede apreciar marcando en un mapa las estatuas o imágenes que representan a esta peculiar deidad pagana. Y lo más curioso es comprobar que la proliferación de imágenes de este dios pagano se dio a partir de un contexto histórico muy concreto y en lugares muy específicos de la geografía.

Esta sorprendente farola diseñada por Gaudí en 1879 está adornada con el caduceo, símbolo de Mercurio: dos serpientes enroscadas en una vara, que en este caso, aparece adornada con el casco alado del dios. Fue uno de sus primeros trabajos tras titularse como arquitecto. (Barcelona, 2017)

De hecho, esta es una cuestión que normalmente escapa al transeúnte común, por lo que es habitual no advertir la presencia de este omnipresente dios olímpico (o de su vara con dos serpientes enroscadas) y en consecuencia, obviar su importancia simbólica en el mundo moderno. 

Cuatro Mercurios con sus cascos alados y caduceos observan el paso de los transeúntes que ignoran su presencia. (Gasteiz, 2018)

En mi caso particular, fue a partir de comenzar esta serie de artículos cuando, buscando documentación, me encontré con la información acerca de un grupo de gente que se dedicaba a buscar y fotografiar las figuras de Hermes en la ciudad de Barcelona (los Caçadors d’Hermes se hacen llamar y espero algún día poder participar en alguna de sus rutas guiadas).  

Regalo de un gran amigo catalán, que me ayuda con gran cantidad de pistas interesantes (y con su entusiasmo inagotable) para la búsqueda que se plasma en esta serie de artículos. Moltes gràcies! (Gipuzkoa, 2018) 

Para un flâneur incurable como yo la “caza de Hermes” ha supuesto el descubrimiento de un nuevo pasatiempo que he podido poner en práctica en todos los lugares por los que he ido paseando los últimos años. Muchas sorpresas me ha traído esta nueva afición, además de una colección particular de más de 150 imágenes de estatuas y pinturas del dios Hermes-Mercurio capturadas en las más diversas localizaciones. Aunque en realidad, siempre he utilizado más el nombre de la encarnación romana del dios: Mercurio.  

En los lugares más insospechados podemos tener un encuentro con Mercurio. (Granada, 2017)

¿HERMES O MERCURIO?

Esta deidad posee cierta cantidad de atributos múltiples, que se han ido enriqueciendo a lo largo de los siglos por las diferentes civilizaciones que le han rendido culto. Si nos atenemos a su origen griego, deberíamos llamarle Hermes. Los propios griegos, tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno, encontraron cualidades similares a Hermes en el egipcio dios Thoth, y los consideraron equivalentes. La ciudad Khemenu a orillas del Nilo en la que los egipcios rendían culto a Thoth fue renombrada como Hermópolis Magna durante la dinastía Ptolemaica (fundada por uno de los generales de Alejandro en el siglo IV a.C.).

Sin embargo, de ahora en adelante (salvo en las excepciones que detallaré) me voy a decantar por la encarnación romana de la deidad para nombrar sus apariciones simbólicas: Mercurio. Y esto será debido a las siguientes razones: 

-1. Es más que probable que muchos atributos de Hermes procedan de dioses de origen prehelénico, cuyas raíces se extiendan quizás más allá del Thoth egipcio. ¿No portaba acaso en algunas representaciones la diosa mesopotámica Inanna-Ishtar una especie de vara con dos serpientes enroscadas? 

Relieve de terracota de la diosa Ishtar, del segundo milenio a.C., encontrado en la ciudad sumeria de Ešnunna. Ejemplar convenientemente expuesto en el Museo del Louvre, donde comienza el Eje Histórico. (Google images)

-2. La cultura romana añadió una serie de atributos a los que poseía originalmente Hermes (y Thoth), que es lo que ha llegado hasta nuestros días. 

-3. Esta decisión nos permitirá identificar a Mercurio con conceptos como el comercio, los mercaderes, la mercancía, mercenario, etc., que al igual que la palabra Mercurio derivan etimológicamente de la raíz latina (de posible origen etrusco) merx. Por contraposición, podremos usar el nombre de Hermes para describir conceptos que tengan más que ver con la tradición filosófica basada en los textos atribuidos a Hermes Trismegisto. De todas maneras, como veremos, desde el llamado Renacimiento, ambos nombres son intercambiables, pues sirven para la misma coartada simbólica.  

-4. Iconográficamente, las representaciones actuales son más similares a las representaciones romanas de Mercurio que a las del Hermes de la Grecia Clásica. Las representaciones griegas de Hermes tienen una variedad que comprende desde las Hermas, que eran pilares con un hombre barbudo con un pene erecto (se situaban en los cruces de caminos y fronteras o como símbolos de protección), pasando por el Hermes Crióforo que portaba un cordero o las estatuas más heroicas de Praxíteles.

Diferentes representaciones griegas de Hermes. (Google images)

-5. Es muy raro encontrar por las calles un símbolo similar al kerykeion que portaba Hermes en la iconografía griega (abundante en las cerámicas), los símbolos que podamos encontrar en las calles normalmente se parecerán más al caduceo de Mercurio, con sus dos serpientes claramente definidas enroscadas en la vara, y a veces con dos alas en la parte superior. En la mayoría de representaciones del kerykeion no se ve claramente que haya dos serpientes enroscadas, parece un símbolo más bien esquemático. El kerykeion, sin embargo, será la base para la creación del símbolo astronómico y alquímico de… Mercurio, tanto el planeta como el elemento químico de la tabla periódica. 

-6. La bolsa de monedas es un atributo que encontraremos habitualmente en las representaciones de la deidad, pero es un elemento añadido por los romanos. El concepto de comercio de los romanos era probablemente más similar al nuestro, con un sentido más «económico», más tosco si se quiere. Más Mercurial que Hermético.

Mercurio protege la fachada de lo que tiempo atrás fueron los Almacenes Valton. De poco le sirvió este símbolo de protección a Louis Valton, el dueño, ya que tuvo que vender su negocio en la década de los 50. Evidentemente, cometieron un error imperdonable a la hora de realizar la figura: ¡¡¡se le están cayendo las monedas de la bolsita!!! (Rennes, 2020)

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ATRIBUTOS Y REPRESENTACIONES DE LA DEIDAD

Ahora, analizaremos los atributos y formas estéticas que las diferentes civilizaciones otorgaron a esta particular deidad, partiendo de su encarnación egipcia.

Thoth: dios de la sabiduría y de la luna, inventor de la escritura jeroglífica, la ciencia, la magia y el arte, y al igual que Anubis, conductor de las almas de los fallecidos al más allá (psicopompo).

Se le representaba con cuerpo humano y cabeza de ibis o como un babuino sentado con un disco lunar sobre la testa.

Estatuillas del dios Thoth, representado por el ibis y el babuino, halladas en Hermópolis Magna. El dios Anubis representado a la derecha también fue sincretizado posteriormente con el mismísimo Hermes, dando lugar al extraño Hermanubis, sin duda por sus cualidades de psicopompo o conductor de almas. Pergamonmuseum. (Berlín, 2019)
Hermanubis, el Anubis egipcio portando el caduceo. Estatua hallada en Anzio, siglos I-II d.C. (Vaticano, 2016)

Hermes: mensajero de los dioses, protector de las fronteras y los viajeros, dios de la oratoria, los comerciantes y los ladrones. Psicopompo que guía las almas al inframundo. La leyenda dice que inventó la lira a partir de un caparazón de tortuga.

Sus representaciones fueron variando a lo largo de la historia. En la Grecia arcaica se le representaba como un hombre barbudo, habitualmente sobre un pilar (herma). En la Grecia clásica se le comienza a representar como un hombre joven imberbe y atlético. A veces Hermes llevaba un petasos (sombrero redondo de borde ancho), adornado en tiempos más tardíos con un par de alas. Las sandalias de Hermes originalmente no tenían alas, pero los artistas se las fueron añadiendo posteriormente. El símbolo más representativo de Hermes es el kerykeion, el bastón de heraldo que le regaló Apolo, una vara larga terminada en su parte superior con un círculo completo y un segundo círculo sin cerrar, que podrían no haber sido otra cosa que guirnaldas originalmente.

Crátera de Eufornio, datada en el 515 a.C. Hermes conduce al alma del príncipe Sarpedón. El semicírculo superior de su kerykeion está terminado con dos puntas, que podrían interpretarse como cabezas de serpiente (aunque no parece muy convincente, teniendo en cuenta el nivel de detalle del resto de figuras). (Google images)

Los primeros kerykeion adornados con serpientes datan de principios del siglo V a.C., e incluso posteriormente fue una representación poco habitual, siendo esa especie de 8 inacabado la forma más frecuente de la vara de heraldo. Mi punto de vista es que si los kerykeion más primitivos hubiesen tenido realmente serpientes, los artesanos de la época los habrían definido mejor. Es muy probable que haya habido una influencia mesopotámica en la idea de añadir serpientes al kerykeion. Por ahondar en el tema, fue precisamente en el siglo V a.C. cuando las esculturas griegas comienzan a volverse más realistas y «llenas de vida». Históricamente, coincide con las guerras médicas que enfrentaron a Grecia con el Imperio Persa que controlaba Mesopotamia y Egipto. Quizás este hecho tuvo relación con la aparición de las serpientes en el kerykeion y en la evolución de la escultura, aunque es difícil saberlo a ciencia cierta.

Mercurio: tenía casi idénticos atributos que el Hermes griego, ya que parece ser que fue una sincretización de los Dei Lucrii (deidades menores del comercio y el dinero) con Hermes, hacia el siglo IV a.C. Quizás esta sea la razón por la cual Mercurio tiene un componente más pronunciadamente económico que su equivalente griego. Como curiosidad, el nombre del día miércoles proviene de dies Mercurii, o día de Mercurio. El dios equivalente de los nórdicos, Woden, es el origen del nombre inglés del día: Wednesday (proveniente del Wōdnesdæg, día de Woden en inglés antiguo).

Las representaciones de Mercurio son similares a las de Hermes, pero sus rasgos son ya mucho más definidos: las sandalias aladas, el petasos aparenta ser un casco adornado con alas, el caduceo está claramente formado por una vara con dos serpientes enroscadas y a veces porta una bolsa con dinero, que remarca las cualidad comerciales y económicas de la deidad.

Dos Mercurios, uno a la derecha con bolsa de dinero y caduceo con serpientes bien enroscadas (más bien atadas) y otro al fondo con caduceo alado, en el Patio Octógono del Museo Vaticano (Vaticano, 2016).

Hermes Trismegisto: las primeras menciones al Tres Veces Grande datan de la época en la que Grecia cayó bajo dominio de Roma, entre los siglos I y II d.C. La dominación política de los romanos tuvo una curiosa contrapartida de colonización cultural inversa con respecto a los griegos. A Hermes Trismegisto (Mercurius ter Maximus en latín) se le atribuyó la autoría de diversos textos de filosofía, astrología, alquimia y magia, de los cuales, los conocidos como Textos Herméticos probablemente hayan sido escritos entre los siglos II y III d.C., lo que pondría en duda el origen egipcio del famoso sabio filosofo (y de todo el hermetismo que surgió de sus textos). De todas maneras, es muy probable que los textos hayan tenido influencias orientales originadas en el período ptolemaico de Egipto (entre los años 332 y el 30 a.C).

A Hermes Trismegisto se le suele presentar como un hombre barbudo, con ropajes exóticos, a veces sosteniendo una esfera armilar, a veces un caduceo, a veces señalando alguna fase del proceso alquímico. Todas estas imágenes suelen ser grabados de manuales de alquimia de la época del Renacimiento. Aunque sin duda las más inequívoca y espectacular de sus imágenes es la del mosaico que decora el suelo de la catedral de Siena, en la Toscana italiana, fechada en 1488.

«Hermes Mercurius Trismegistus, contemporáneo de Moises», pone al pie del mosaico. ¿Una imagen de un mago pagano en una iglesia católica? Ciertamente, muchos pensadores cristianos anteriores al Renacimiento, como Lactancio o Tomás de Aquino, consideraron a Hermes Trismegisto como un profeta pagano que previó la llegada del cristianismo. Las colas entrelazadas de las esfinges sugieren una especie de caduceo. (Google images)

Se ha querido ver a Trismegisto en algunas de las muchas imágenes de seres tricéfalos que adornan algunas iglesias medievales, pero esto podría deberse a antiguas deidades paganas como el Lugh de los celtas (de quien hablamos en el capítulo 2), antes que a Mercurio. Aunque también es cierto que durante la ocupación romana algunas deidades paganas se sincretizaron con Mercurio, y algunas de ellas, como las de la Galia, eran tricéfalas. Julio César, en su obra De Bello Gallico, en la que describe sus guerras contra Vercingétorix, indicaba que el dios más venerado en aquellas tierras era el patrón del comercio y de los viajeros e inventor de todas las artes, a quién no dudó en denominar Mercurio debido a las similitudes. Probablemente se refería a Lugh, quien fue profusamente representado con tres rostros.

Vultus trifrons, o cabeza trifronte en el muro de una iglesia bretona. (Notre-Dame de Vitré, 2020)

No hay que olvidar que con la expansión de Roma por los territorios bárbaros de Europa, muchos de los dioses autóctonos se sincretizaron con Mercurio (por ejemplo, el Woden nórdico como hemos señalado antes), en parte por la propia interpretatio romana, costumbre colonialista heredada de la interpretatio graeca, que no era otra cosa que equiparar a las deidades extranjeras con miembros de su propio panteón. Quizás haya algo jungianamente arquetípico en los dioses, y estos no sean más que patrones e imágenes arcaicas universales que pertenecen al inconsciente colectivo. No en vano Carl Gustav Jung dedicó abundantes reflexiones acerca de Mercurio. Eso podría explicar la intercambiabilidad de los diferentes dioses de distintas culturas a lo largo de la historia.

Mercurio el seductor en la ciudad rosa. (Toulouse, 2018)

En definitiva, no estamos ante un dios todopoderoso o creador, sus características de viajero ultraveloz, mensajero de dioses, psicopompo y protector de actividades humanas nos desvelan a una deidad muy cercana a lo terrenal. Y quizás esta sea la propiedad que fascinó a alquimistas, financieros, reyes, filósofos, Papas, masones o industriales: no era el todopoderoso que te iba a juzgar o condenar, era el nexo directo entre lo que está arriba con lo que está abajo. Y quien quiere transitar hacia arriba, necesitará conocer el nexo.

MERCURIO NOS VIGILA

En ciertas ciudades predomina más que en otras, es más habitual encontrar a Mercurio en ciudades relacionadas con el comercio o con la actividad financiera (su presencia es increíblemente abundante en ciudades como Ámsterdam, Barcelona o Londres). La diferencia la marca tener el ojo bien entrenado (o la mente predispuesta) para encontrarlo a él, o a su elemento más distintivo: el caduceo (las dos serpientes enroscadas en una vara a menudo adornada con dos alas). Evidentemente, será más posible encontrarlo en mercados, pasajes comerciales, bancos, edificios de la Bolsa, fuentes, palacios, etc. 

Un cazador de Mercurios neerlandés se molestó en señalar las ubicaciones de las representaciones dedicadas a Mercurio en Ámsterdam, cuna de la Bolsa moderna. Hay unas cuantas ¿no les parece? (Google Earth)

¿Cuándo comenzó a expandirse esta especie de moda o culto a un dios pagano en la Europa cristiana? ¿Y dónde concretamente? Hay que tener en cuenta que desde la caída del Imperio Romano y el ascenso del cristianismo las imágenes de deidades paganas desaparecieron (no del todo, ya que las imágenes que atemorizarían al populacho, los monstruos que amenazaban con la condenación eterna se basaron en gran medida en las representaciones de estos dioses paganos). Los nuevos santos cristianos absorbieron o adaptaron muchas de las cualidades y poderes de los dioses paganos (las autoridades eclesiásticas supieron suplantar estos cultos con habilidad, ya que una prohibición inflexible y estricta podría haberles traído problemas) y de esta manera los ideales romanos y griegos pasaron a un olvido de algo más de 1.000 años. Habría de ser el Renacimiento quien volviera a traer imágenes de deidades paganas a los palacios de las nuevas y enriquecidas castas de comerciantes. El epicentro de estos sucesos fue Florencia. Sus principales impulsores: la familia Médici.  

Una serie de sucesos importantes impulsarán el uso de la cultura griega clásica, no solo en el aspecto artístico sino también en el filosófico, en lo que se ha dado llamar Renaciemiento. Desde mediados del siglo XV, mientras se avecinaba la caída de Constantinopla, estudiosos como Marsilio Ficino, patrocinados por Cosimo de Médici habían impulsado la creación de la Academia Platónica Florentina, inspirados por filósofos bizantinos como Plethón, que habían llevado los escritos de Platón y muchos otros al mundo occidental. (Es interesante leer que algunos discípulos de Plethón, quien era politeísta, oraban ante estatuas de deidades paganas.) La explosiva difusión de estas ideas, se debió a dos hechos no relacionados que se sucedieron en un espacio muy corto de tiempo: la caída de Constantinopla en 1453 y la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg en 1440.

Ciertamente, ya existían copias en latín de algunos pocos textos herméticos, populares entre los alquimistas medievales. Estos textos habían sido supuestamente escritos por Hermes Trismegistos, de quien en los albores de la cristiandad se comenzó a pensar que fue un personaje histórico, un sacerdote egipcio autor del manual de alquimia conocido como Tabula Smaragdina y todos los tratados filosóficos conocidos como Corpus Hermeticum. Probablemente, los textos no sean tan antiguos como se pretendía, actualmente se consideran escritos entre los siglos II y III de nuestra era. 

La mayoría de textos herméticos permanecieron desconocidos en Europa occidental durante el medievo (no así en Bizancio), pero sí que se conocía el Asclepius, que es una especie de diálogo entre Hermes Trismegisto y Asclepio. Este parece ser un texto de origen greco-egipcio de los siglos II-III d. C., y estuvo presente en las bibliotecas de los estudiosos europeos en su traducción latina desde al menos el siglo IV. Este texto fue el único de los pertenecientes al “Corpus Hermeticum” que estuvo disponible en el mundo cristiano hasta que Marsilio Ficinio tradujo los textos griegos que componen el Corpus Hermeticum para los Médici. Ya desde entonces hubo intentos de encontrar concordancias entre el cristianismo y el hermetismo (lo que en el Renacimiento llevaría a la idea de la prisca theologia según la cual existe una verdadera y única teología, subyacente en todas las religiones). 

Asclepio, o Esculapio para los romanos, dios de la medicina y la curación, con su vara con la serpiente enroscada. Es curioso como en tiempos modernos se ha confundido su símbolo con el caduceo de Mercurio. No son pocas las ambulancias o elementos asociados con la medicina que llevan caduceos mercuriales. Apropiado, si se tiene en cuenta que la Industria Farmacéutica prima el beneficio económico por encima de la salud. (Park Sansoucci, Potsdam, 2019)

Este texto (Asclepio) incluye un fragmento sumamente interesante, que quién sabe si podría haber dado base (en conjunto con el resto de textos herméticos recién descubiertos) a la escalada de sofisticación que se dio en el arte de la escultura a partir del Renacimiento:   

Hermes Trismegisto: “A tal punto la humanidad siempre se acuerda de la naturaleza y de su origen y persevera en esta imitación de la divinidad que, así como el padre y señor hizo eternos a los dioses para que fueran semejantes a él, así también la humanidad figura a sus dioses a semejanza de su propio rostro.” 

Asclepio: “¿Te refieres a las estatuas, Trismegisto?” 

Hermes Trismegisto: “A las estatuas, Asclepio. ¿Ves hasta qué punto tú mismo desconfias? Me refiero a las estatuas animadas por el hálito y plenas de espíritu, hacedoras de tantas y tales cosas: a las estatuas que saben de antemano lo que ocurrirá y lo predicen por medio del oráculo, de la profecía, de los sueños y de muchas otras cosas; a las que provocan enfermedades a los hombres y a aquellas que las curan, a las que otorgan tristeza y alegría según los méritos. ¿Acaso ignoras, Asclepio, que Egipto constituye la imagen del cielo, o más precisamente, el traslado o descenso de todo lo que es gobernado y ejecutado en el cielo? Y, para decirlo más precisamente, nuestra tierra es el templo del mundo entero.” 

Y bien, casualidad o no, las élites financieras, a partir del Renacimiento comenzaron a destinar recursos ingentes en la elaboración de estatuas, cada vez más realistas a partir del cinquecento y posteriormente más estilizadas y expresivas durante el manierismo. Es posteriormente a la recuperación del Corpus hermeticum en 1463 (la primera edición se imprimió en 1471, creando una profunda impresión en la intelectualidad europea de la época) cuando las estatuas parecen comenzar a tener esa extraña cualidad de “tener vida propia”. Quizás es una apreciación personal, pero hay una evolución bastante brusca desde las obras de Ghiberti hasta las de Verrochio o Michelangelo.  

Dedicatoria de Marsilio Ficinio a Cosimo de´ Médici en el Corpus Hermeticum. Obsérvese que se refiere al autor como Mercurius Trismegistus. (Google images)

Ciertamente, el David de Donatello, que presenta muchas de las características que caracterizarán a la escultura florentina renacentista posterior, parece romper la apreciación, pues esta obra comisionada por Cosimo de Médici es comúnmente datada en 1440, mucho antes de la aparición de los textos herméticos. La presencia de la estatua en el patio del nuevo Palazzo Médici es establecida documentalmente en 1469. Hay autores, como el experto Francis Ames-Lewis, que sitúan la ejecución de la obra alrededor de 1460, siendo la estatua fruto de una colaboración con… ¡Marsilio Ficino, el protagonista del hallazgo del Corpus Hermeticum! Personalmente, me parece posible, ya que se diría que la escultura es tan rupturista en comparación con obras coetáneas, que sería como si en pleno impresionismo un tipo hubiese pintado un cuadro llamado «Las señoritas de Avignon».

Esta figura debió causar un gran escándalo en su época, la gratuita desnudez (en la Biblia solo se dice que se quitó la armadura), la pose coqueta, la androginia… simplemente maravilloso. (Google images)

Curiosamente, la identidad de David ha sido cuestionada por algunos expertos, que veían en el petasos (sombrero de alas anchas) de la figura la evidencia de que en realidad se trataba de Hermes derrotando a Argos. El psicopompo (ser que guía las almas a la ultratumba) que aparece en el casco del supuesto Goliath sería otra evidencia, según esta versión. De todas maneras, todas las referencias contemporáneas identifican la figura con David, por lo que el sombrero sería toscano. 

Sin embargo, fijémonos en un importante detalle: la desbordante sensualidad andrógina y delicada de la figura es evidente, algo empezaba a cambiar en Florencia. El David de Donatello fue la primera escultura desnuda de cuerpo entero desde la antigüedad. Había algo ciertamente pagano en la pose, alejada de la imagen heroica de la Biblia, de hecho en la postura se nota la influencia del escultor griego clásico Praxíteles (la «curva praxiteliana»). Una de las alas del casco de Goliath, mucho más larga que la otra, acaricia el muslo de David y se acerca hacia su ingle. Donatello basó muchas de las cabezas de sus obras en bustos de la Roma Imperial, y hoy en día, los historiadores de arte parecen aceptar que la cabeza de este David fue modelada a partir de Antinoo, el joven amante del Emperador Adriano. Antinoo… hablaremos de él. 

El ala del casco de Goliath parece acariciar el muslo de David. (Google images)

La influencia del pensamiento neoplatónico de Marsilio Ficino en el arte Renacentista es indiscutible. Lo que no sabemos a ciencia cierta es si influyó directamente en las obras escultóricas como sí parece que hizo en algunas obras pictóricas de Botticelli. Porque no hay que olvidar que los artistas renacentistas no eras esos creadores libres que imaginamos hoy en día, eran artesanos que trabajaban para sus amos, y eran estos los que decidían la temática de las obras. Para eso pagaban. Y por otra parte, Marsilio Ficino era un intelectual a sueldo de los Médici. 

LAS GUERRAS MERCURIALES

Llegados a este punto, la historia se vuelve más explícita en lo que a Mercurio se refiere. Intentaré sintetizar esta convulsísimo periodo histórico en unos pocos hitos de enorme trascendencia. El verdadero impacto del Renacimiento no fueron las obras de arte bonitas, la arquitectura espectacular, la genialidad de los autores. No. Todo ello solo fue la máscara tras la que se ocultaron las verdaderas intenciones de los artífices: el nacimiento del comercio global, las guerras mundiales, y una acumulación de poder absoluto sin precedentes en manos de una casta hasta entonces menor, los comerciantes (y su posterior evolución: los financieros).

Altar de Mercurio, en una callejuela cercana al jardín de Bóboli, propiedad de los Medici. (Florencia, 2016).

En 1471 el arquitecto Bruneleschi erige la gigantesca cúpula de la Catedral de Santa maría del Fiore, símbolo de la riqueza y el poder de Florencia, bajo el mecenazgo de Cosimo de Médici. Bruneleschi estudió el Pantheon de Roma para tratar de solventar los problemas técnicos de construcción de una estructura tan colosal. Donde antes la arquitectura catedralicia era obra de los gremios de albañiles, con Bruneleschi nació el arquitecto estrella, el genio, el artista, el que en lugar de consagrar su obra a Dios, hace constar su autoría para alimentar su ego. Justo lo contrario a lo que reza el Salmo 115 de la Biblia: «Nōn nōbīs, Domine, nōn nōbīs, sed nōminī tuō dā glōriam

La desproporcionadamente grande cúpula de Bruneleschi, bañada por los últimos rayos de sol. (Florencia, 2016)

En 1505 el papa Julio II (quien adoptó el nombre como sucesor de Julio César, lo que nos da una idea de sus intenciones de esplendor imperial), decide crear la Basílica más impresionante del mundo, adoptando el estilo Renacentista. No podía quedarse atrás en la guerra simbólica-arquitectónica de poder. El 18 de abril de 1506, por indicación de sus astrólogos, colocó la primera piedra. La enorme cantidad de recursos financieros que requería la obra llevó al papa a establecer la indulgencia de los pecados a quien ayudase en la construcción de la Basílica.

La demostración pétrea y terrenal de poder del jefe del supuesto vicario de Cristo en la Tierra. (Vaticano, 2016)

En 1512 los Médici, amos y señores de Florencia, alcanzaron el poder de Roma, coronando a Giovanni de Médici con el nombre de León X como sucesor de Julio II en el trono papal. La construcción de la Basílica estaba agotando las arcas vaticanas, por lo que León X se ve obligado a comerciar con las indulgencias, esto es: el perdón de la pena temporal debida por los pecados, a cambio de un pago previamente establecido. Martín Lutero, teólogo y fraile católico agustino, horrorizado ante el mercadeo de indulgencias, denunció la mentira y el abuso de poder que subyacían en esta práctica: nació el Protestantismo.

En 1517 Lutero clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis que dan comienzo a la Reforma protestante. Los escritos se empezaron a distribuir por Europa, y muchos fieles católicos abrazaron las doctrinas luteranas ante la evidente corrupción de la iglesia del Papa. Lutero identificó al Papa como al Anticristo, y este a su vez lo excomulgó. La nobleza del Sacro Imperio Romano Germánico (que comprendía un vasto territorio que comprendía gran parte de Europa y América: el Imperio español y los Países Bajos, el reino Germánico, Austria, Italia, Túnez y hasta Transilvania) vio clara su oportunidad y apoyó al protestantismo para debilitar al emperador (Carlos V a partir de 1519). Religión, economía, poder, ambición… las nubes de una tormenta bélica arreciaban en la vieja Europa.

En 1519 banqueros alemanes católicos (Welser y Fugger) auparon al poder a Carlos V, aportando el dinero para sobornar a los príncipes electores. El comerciante católico alemán Jakob Fugger había aprendido el arte de la economía financiera en Roma, Venecia y Florencia, y había sido la persona elegida por el papa León X (de la familia Médici) para gestionar el dinero de las indulgencias para la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma. Ante la bancarrota del Imperio español, Carlos V se vio obligado a arrendar las minas de Almadén en 1525 (entre otras propiedades españolas) a la familia Fugger, quienes las poseyeron durante 120 años casi ininterrumpidamente. En Almadén están las minas de mercurio (Hg) más grandes de la Tierra, lo que será de vital importancia en la economía mundial tres décadas después. Siglos después, serían otros financieros los que aprovecharían otra bancarrota española para hacerse con el control de la mina (1835-1921): los Rothschild. Pero esa es otra historia.

Caduceo en fachada de edificio situado en el Madrid de los Austrias. Los Habsburgo acabaron su dinastía con un engendro como fue Carlos II y dejaron un país en la decadencia más absoluta. (Madrid, 2018)

En 1536 el emperador Carlos V crea los Tercios, el primer ejército profesional de la Europa moderna. Ese que pone tan cachondo a los perezrevertes, ortegasmiths y demás tarados carpetovetónicos. Desde el Medievo los ejércitos se formaban mediante el sistema de levas y mercenarios, que se desbandaban en cuanto la batalla terminaba o dejaba de llegar la paga. De esta manera, se aseguró de tener una fuerza bélica bien preparada siempre en pie de guerra, aunque no existiera amenaza inminente. La desventaja era que se requería de una cantidad inmensa de dinero para mantener esta estructura de guerra, y se tuvo que financiar con los cargamentos de plata y oro que llegaban de América. A la larga, la situación llevaría a la ruina económica y política al Imperio donde nunca se ponía el sol.

En 1540 el Papa Paulo III aprueba la Compañía de Jesús, organización fundada por el ex-militar vasco Ignacio de Loyola. De hecho, esta organización fue desde su inicio comandada por un General con obediencia absoluta al Papa, aunque con una cuidada formación intelectual. Sería desde entonces el brazo armado, implacable e intrigante del Papa para hacer frente a la Reforma protestante. Se expandieron por Europa, América y Asia, como una agencia de inteligencia moderna, camuflada como organización educativa, evangelizadora y misionera. Lo que hacen las ONG modernas, vaya.

El General de los soldados de élite de la Iglesia Católica, Apostólica y por encima de todo, Romana en su sentido más imperial. (Google images)

En 1545 la Iglesia Católica pasa al contraataque religioso para intentar frenar el avance protestante. El Concilio de Trento da comienzo a la Contrarreforma, con aportaciones decisivas de teólogos jesuitas. «España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…»

En el mismo 1545, el protestante Juan Calvino expone sus reflexiones acerca de la usura desde su refugio de Génova: criticó que se invocaran ciertos pasajes de la Biblia para oponerse al cobro de intereses. Así, el calvinismo no considera al préstamo como algo negativo, al considerarlo una actividad económica más, se piensa que el lucro personal supone un beneficio para la sociedad, ya que esta también sale beneficiada. Al fin y al cabo, según estos sinvergüenzas, todo está predestinado y Dios no hace nada injusto. Si Cristo expulsó a los mercaderes del Templo, durante el Renacimiento (no solo los calvinistas) el Templo será consagrado a Mercurio sin demasiado disimulo. Esta forma de entender la economía se extiende por los Países Bajos, Inglaterra, Suiza, Francia… El futuro capitalismo caníbal tenía su bendición espiritual. Fueron estos calvinistas y puritanos los que posteriormente colonizarían América del Norte y la Suráfrica que daría nacimiento al apartheid.

Expulsión de los mercaderes del Templo, por El Greco (1571). Este era un tema muy utilizado por el arte de la Contrarreforma, ya que era una forma de atacar la teología de los protestantes. Una cuestión de pura hipocresía, ya que las finanzas de ambos bandos de la contienda ya estaban completamente en manos de mercaderes. (Google images).

En 1554 el comerciante sevillano Bartolomé de Medina llega a Nueva España e inventa un método para extraer la plata del mineral mediante un proceso de amalgama con mercurio (Hg). El método le fue revelado por un metalúrgico alemán de cuya identidad solo conocemos su sobrenombre «maestro Lorenzo», probablemente un alquimista. Ya dijimos en el capítulo 2 que San Lorenzo fue una cristianización del dios celta Lugh, en quien previamente los romanos habían reconocido a Mercurio. En todo caso, el Gobierno español no le dio permiso al maestro Lorenzo para que acompañase a Medina a América, pues temían que pudiera tratarse de un espía protestante. El método de amalgamación supuso una revolución en la producción de plata, permitiendo generar unos ingresos fabulosos. Toda esta riqueza, que supuso un alivio para el emperador Carlos V, solo le sirvió para hacer frente a las deudas contraídas con los financieros que le auparon al poder: la plata y el oro esquilmados en América acabarían en otras manos lejos de España. El estado ruinoso del Imperio permitió a Fugger exigir siempre las primeras remesas de oro y plata procedentes de América que llegaran a Sevilla. Fugger era dueño de las minas de plata del Tirol y cobraba las deudas de Carlos V en plata americana producida mediante el mercurio del que él mismo era dueño. Definitivamente, Fugger fue la persona más poderosa de Europa, sin necesidad de tiaras ni coronas.

Mercurio, frente al Banco de España de la ciudad que vio nacer a Bartolomé de Medina. Es una restauración dieciochesca de una estatua original de 1576. En la mano izquierda el caduceo, en la derecha la espada. Toda una declaración de intenciones. (Sevilla, 2017)

En 1562 se da comienzo a la caza de brujas en Europa con los juicios de Wiesensteig, en los que se ejecutaron a 67 mujeres tras haberlas torturado salvajemente hasta «confesar». La histeria colectiva se extiende, especialmente a lo ancho del Sacro Imperio Romano Germánico, y se acrecentará durante la guerra que estaba a punto de estallar, ya que la brujería será el chivo expiatorio a quien cargar la culpa de la devastación, la hambruna y la enfermedad que traerá la conflagración. Hay que tener en cuenta que Lutero y Calvino creían firmemente en la existencia de la brujería y apoyaron la persecución, tortura y ejecución de quienes la practicaran. No es casualidad, a pesar de la mala fama de la Inquisición española, que la gran mayoría de víctimas de la caza de brujas fueran ejecutadas a manos de los protestantes. En todo caso, los católicos también cayeron presa de la paranoia, como demuestran los procesos de Lapurdi a manos del inefable Pierre de Lancre (1609), o el de Zugarramurdi (1610). Sin embargo, fueron, muchas las voces autorizadas dentro del catolicismo las que intentaron detener la locura, como el inquisidor Alfonso de Salazar, que hizo un valioso trabajo de campo para demostrar que las acusaciones no eran otra cosa que invenciones ridículas e inverosímiles. El jesuita Friedrich Spee fue otro notorio opositor a los juicios por brujería y el empleo de la tortura. El carácter misógino de los tratados de brujería consideraba a las mujeres más débiles moralmente y por lo tanto más proclives a caer bajo los encantos del diablo, por lo que supusieron más del 75% de las ejecuciones. Las cifras totales demuestran que la bestialidad de los protestantes no tuvo parangón a la hora de asesinar a supuestas brujas, y las fechas muestran claramente que el punto álgido de la caza de brujas (1580-1640) coincide plenamente con el periodo que comprende la Reforma y la Guerra de los 30 Años. El hecho de que la atrasadísima medicina europea medieval había comenzado a desarrollarse precisamente durante el Renacimiento, puede haber hecho percibir al naciente sistema económico que el conocimiento ancestral de las curanderas y sanadoras suponía una amenaza a su poder patriarcal. Los puritanos calvinistas seguirían con su paranoia al otro lado del Atlántico, con los juicios de 1692 en Salem.

Infernuko erreka (arroyo del infierno), cuyo caudal fue el que horadó las cuevas de Zugarramurdi, donde supuestamente se celebraban los akelarres. Pero como bien dijo el inquisidor Alfonso de Salazar tras su investigación exhaustiva en el País Vasco en 1611: «No hubo brujas ni embrujados en el lugar hasta que se comenzó a tratar y escribir de ellos.» (Zugarramurdi, Nafarroa, 2015).

En 1564 los Médici solicitan al escultor de origen flamenco Giambologna la creación de una escultura como regalo a Maximiliano II, emperador del Sacro Imperio Alemán, mientras negociaban el matrimonio de Francesco de’ Médici (hijo de Cosimo) con Juana de Austria. Era una exquisita composición al estilo manierista (que anteponía la expresividad frente a la verosimilitud), con un inteligente y complejo estudio de pesos y contrapesos respecto al eje central de la figura a fin de asegurar el equilibrio. De esta manera la pesada estatua de bronce, apoyada sobre las puntas de los pies, parece no tener peso. La estatua no es otra que Mercurio, y será replicada miles de veces a lo largo de los siglos. Un diseño exitoso, sin duda. Aquí, toda la figura alimenta la idea de Mercurio como mensajero de los dioses ante los humanos. El dedo índice de la mano derecha señala a los cielos, mientras el índice de la mano que sostiene el caduceo señala hacia la tierra: como es arriba, es abajo. Así reza el adagio de los hermetistas y de alguna manera, esta figura será la síntesis de Hermes, Mercurio y Hermes Trismegisto.

Copia realizada por el propio Giambologna en 1580, expuesta en el Museo Bargello de Florencia. (Google images)

En 1568 los Países Bajos se rebelan contra el rey de España. La guerra, que se alargará durante 80 años, provocará cientos de miles de muertos y el hundimiento del Imperio español.

En 1573 el papa Gregorio XIII impone a la Compañía de Jesús la elección de un Superior General no español. El cuarto papa negro de la historia será el valón Éverard Mercurian. Su nombre procede de la latinización de su gentilicio, ya que había nacido en la ciudad de Marcour (en la actual Bélgica).

Extraño apellido el del cuarto papa negro. (Google images).

En 1580 en la ciudad alemana de Colonia se publica el que se considera como el primer periódico tal como lo entendemos hoy en día. Su nombre era Mercurius Gallobelgicus y su nombre sugería la inmediatez en la difusión de las noticas. Posteriormente saldrían el Mercurius Aulicus y el Mercurius Britannicus en Inglaterra, el Nederlandschen Mercurius y el Haechsche Donderdaechsche Mercurius en los Países Bajos, y mucho después el Mercurio Peruano, y por supuesto El Mercurio de Valparaíso, a quien dedicamos espacio en el capítulo 6.

En 1602 se crea la Bolsa de valores de Ámsterdam, la primera del mundo. La especulación como motor de la economía nació aquí, e incluso ya en 1637 explotó la primera burbuja especulativa de la historia. No sucedió con propiedades inmobiliarias, ni con empresas tecnológicas, lo que arruinó a los intrépidos inversores neerlandeses fue por haber invertido en… ¡tulipanes!

En 1618 comienza la terrorífica Guerra de los 30 años, en la que intervinieron todas las potencias europeas, desarrollándose principalmente en territorio del Sacro Imperio Romano Germánico. El trasfondo religioso estuvo presente, ya que aparentemente enfrentó a los partidarios de la Reforma y la Contrarreforma, pero parece obvio que el fin último de la conflagración era la obtención del poder hegemónico, lo que se evidencia en el apoyo del reino católico de Francia al bando protestante. Se usaron mercenarios de forma generalizada y la devastación asoló en mayor medida a los Estados alemanes. Las víctimas mortales se estiman en al menos 8 millones. El conocido como Renacimiento fue más bien una matanza de proporciones bíblicas.

El Triunfo de la Muerte, del pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo, pintado en 1562, antes del comienzo de la Guerra de los 80 Años. En perspectiva, parece una terrorífica premonición de lo que estaba por llegar. (Google images)

En 1648 se firma la Paz de Westfalia, el tratado que dará fin a la Guerra de los 80 Años y la Guerra de los 30 Años. Francia salió fortalecida y se convirtió en la primera potencia europea, el Papa pasaba a un segundo plano en influencia geopolítica, el calvinismo y el luteranismo accedían al estatus de religiones oficiales, España comenzaba su inexorable decadencia de la que jamás se recuperaría, y surgen los Estados nación (un invento bastante reciente, como se puede ver). Para celebrarlo, se imprimen octavillas con un inequívoco mensaje simbólico. La primera parte del tratado fue la llamada Paz de Münster y fue firmada por las Provincias Unidas de los Países Bajos y la Corona de España el 15 de mayo de 1648. Casualidad o no, los romanos celebraban esa fecha la festividad de Mercuralia. Los posteriores Tratados de Osnabrück y Münster en octubre del mismo año harían especial énfasis en la libertad de comercio.

Un jinete del correo imperial anuncia su inminente llegada al pueblo. Trae la noticia de la Paz de Westfalia. Mercurio, el mensajero de los dioses, le entrega el mensaje de paz mientras la Fama toca su trompeta. ¿Quién manda aquí? (Google images).

Es evidente que el tratado de paz no trajo una paz duradera a Europa, de hecho las guerras se siguieron sucediendo casi ininterrumpidamente durante los siglos siguientes, pero estas Guerras Mercuriales cambiaron la configuración del mundo para siempre. La casta mercantil se había hecho con las riendas y lo proclamaba a los cuatro vientos.

SIEMPRE DEL LADO DEL PODER

Ya habíamos comentado la posibilidad de que quien dispuso colocar estatuas en los trazados urbanos podía haber tenido una intención oculta, y si se piensa bien, la idea que transmite Hermes Trismegisto a Asclepio abre la puerta a la posibilidad de afectar el mundo material mediante el símbolo, más que con darle vida verdadera a un objeto inanimado. Esto puede parecer una pseudociencia, pero en realidad no hay nada mágico, si no más bien psicológico en este proceder (o quizás lo que entendemos como magia tenga un componente más psicológico que otra cosa). La dominación, para que sea real, hay que ejercerla. Y es más, para poder ejercer esta dominación más fácilmente es imprescindible simbolizarla para que los dominados la acepten. Es algo tan cotidiano que lo solemos pasar por alto (no así los iconoclastas chilenos, que son quienes más claro lo han visto en los últimos tiempos).

Citemos un pasaje de un escrito del colectivo Tiqqun, «El bello infierno», de 2004: «Contra toda estética, Warburg quiso mostrar que incluso en la imagen, en las representaciones más antropomórficas del arte occidental, estaban contenidos unos puntos de irreductibilidad, unas tensiones extremas, unas energías que la obra a la vez retiene e invoca, que hay “vida en movimiento” incluso en la inmovilidad de las estatuas del Renacimiento. Y que esas fuerzas, esas “fórmulas del pathos”, no sólo son susceptibles de tocarnos, sino que incluso nos afectan.» Amy Warburg, historiador de arte y teórico cultural alemán, provenía de una adinerada familia de banqueros judíos que habían llegado desde Italia el siglo XVII y habían adoptado el nombre de la ciudad en la que se establecieron. Ciudad, por cierto, situada en Westphalia.

Mercurio, con una bolsa que parece un escroto, le pide discreción a Minerva, diosa de la la sabiduría. (Potsdam, 2019)

A los florentinos, por ejemplo, siempre les fascinó la historia de David, el joven israelita que mató al gigante filisteo, porque veían la grandeza de la pequeña república florentina reflejada en aquella historia. Al populacho florentino le hacía sentir importante, pero los Médici tenían muy poco del heroísmo de David. El arte público fue una cuestión política durante el Renacimiento. El arte público sigue siendo una cuestión política hoy en día. Y lo seguirá siendo.

Por la misma razón que a los florentinos, a los bilbaínos esto les hace sentir bien, aunque la creación de Gehry no haya tenido absolutamente para nada en cuenta la idiosincrasia de la ciudad a la hora de realizar el diseño. Pero ellos sí lo creen y eso es lo que importa. La presencia amenazante de la Torre Iberdrola es toda una declaración de intenciones. (Bilbao, 2019)

Cuando viajé a Florencia, lo primero para lo que fui preparado, como buen flâneur, fue a exponerme de manera escéptica y crítica al famoso Síndrome de Stendhal, que según se dice es una especie de reacción psicosómatica que sucede al contemplar las obras de arte consideradas «extremadamente bellas». Lo que sí pude comprobar, al igual que en el Museo Louvre, es que los sentidos se agotan y el cansancio se apodera del cuerpo ante caminatas no demasiado exigentes si se presta mucha atención analítica a muchas obras una detrás de otra. Pero opino que no tiene absolutamente nada que ver con la belleza de la obras. Mi punto de vista es que la mayoría de estas obras están comunicando mediante códigos de interpretación múltiple (como las películas de Kubrick). El problema principal es que tanto en el Louvre como en la Galería degli Uffizi florentina (que es donde más casos se han descrito), todas estas obras están apiladas unas junto a otras, provocando tal saturación de los sentidos que produce agotamiento (no a los turistas cazadores de selfies, que al fin y al cabo no están prestando mucha atención).

El fabuloso David que sacó Michelangelo de un trozo de marmol, no solo parece estar vivo, además parece tener pensamiento propio. Al disponer de un espacio propio sin obras que interactúen con él, el efecto Stendhal no se produce aquí. En otro orden de cosas, la Biblia no dice nada acerca de la desnudez de David, pero sí que en el pasaje anterior al combate hace referencia a la circuncisión de los judíos («filisteo incircunciso» llama David a Goliath). ¿Por qué ni este ni el de Donatello están circuncidados? (Florencia, 2016)

Así, podemos llegar a sospechar las razones por las cuales la imaginería mercurial se fue extendiendo como una plaga durante los siguientes siglos, hasta el apogeo máximo que supuso la Revolución Industrial en los siglos XVIII y XIX, era a la que pertenecen la mayoría de estatuas que pueblan las calles de las metrópolis. Una simple y llana demostración de poder. Una justificación divina de los abusos cometidos por el capitalismo.

LA IGLESIA CATÓLICA Y LA CUESTIÓN SOCIAL

Los cambios tecnológicos, económicos y sociales que había traído consigo la Revolución Industrial (hija de el desarrollo del comercio internacional en los siglos anteriores) habían creado el caldo de cultivo para una situación de tensión exacerbada en el seno de la sociedad a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, con el nacimiento de los movimientos obreros y el consiguiente desapego de las masas a la doctrina de la Iglesia. Roma veía amenazada su propia existencia, por lo que decidió adaptarse a la nueva situación con una doctrina adaptada a los nuevos tiempos.

Fresco pintado entre 1782 y 1787 por el pintor Tommaso Conca, Hermes señala hacia abajo mientras mira hacia arriba. La Revolución francesa estaba a punto de acaecer. (Vaticano, 2016)

En 1891, el Papa León XII (como curiosidad, los papas León X y León XI pertenecían a la familia Médici) promulgó la primera encíclica social de la Iglesia Católica, el Rerum novarum, donde traza las líneas maestras de su doctrina con respecto a los conflictos económicos y sociales de la época: condenará los abusos del capitalismo, pero defenderá a ultranza la propiedad privada, atacará al socialismo en el que veía un rival, mientras defenderá a los sindicatos católicos que no eran otra cosa que organizaciones al servicio de la patronal (lo que son los sindicatos mayoritarios de hoy en día, vaya). Es interesante comprobar que el personaje más influyente en la redacción de la encíclica fue el arzobispo católico de Westminster, Henry Edward Manning, quien había desertado de las filas de anglicanismo. Manning era hijo de un comerciante y político que llegó a ser el Gobernador del Banco de Inglaterra. Esta encíclica fue publicada el 15 de mayo de 1891.

En 1931, el Papa Pío XI promulga la encíclica Quadragesimo anno, por el 40 aniversario del Rerum novarum. Básicamente, incide en los mismos puntos que León XIII: una defensa del libre mercado, la condena del comunismo, prohibición de las huelgas obreras, y una crítica a los excesos del sistema capitalista a la hora de repartir la riqueza. Las contribuciones más importantes a la hora de elaborar el texto fueron de sacerdotes jesuitas: Oswald von Nell-Breuning y Albert Müller. Esta encíclica fue publicada el 15 de mayo de 1931, a las puertas de la guerra más brutal de la historia.

En 1961, 70 aniversario del Rerum novarum, el Papa Juan XXIII promulga la encíclica Mater et Magistra, dirigida a «todos los trabajadores del mundo». Es poco más que una actualización de las anteriores encíclicas. Fue promulgada el 15 de mayo de 1961.

Luego vendrían la carta apostólica de el Papa Pablo VI Octogesima adveniens el 14 de mayo de 1971 y la encíclica del inefable Juan Pablo II, Centesimus annus, el 1 de mayo de 1991. Más de lo mismo. Curiosamente no respetaban el día del aniversario al que pretendían hacer referencia, aunque la fecha elegida por el mediático Wojtila, el amigo de la economía de mercado, es bastante curiosa: el día de los trabajadores, el día posterior a la noche de Walpurgis. Ese 1991 el 1 de mayo cayó en miércoles, Mercurii dies.

¿A qué viene todo esto? Simplemente, a que el día 15 de mayo los romanos celebraban Mercuralia, día en el que los comerciantes rociaban sus mercancías y a sí mismos con una rama de laurel mojada en el agua milagrosa de una fuente sagrada cerca de la Porta Capena. Los Papas, como herederos del César, debían saberlo. ¿Lanzaban un mensaje con la elección de la fecha? Todas las críticas al lucro personal desenfrenado de las encíclicas nunca molestaron demasiado al sistema financiero internacional del que la Iglesia forma parte. Los hijos políticos del Rerum novarum, los demócrata cristianos como Andreotti, Arzalluz, Adenauer, Frei Montalva… siempre tuvieron nexos muy estrechos con la CIA, por otra parte. Porque al fin y al cabo, Mercurio no solo es el dios del comercio y de los ladrones, también lo es de los mentirosos. Si Jesús de Nazareth levantase la cabeza…

Cayo Julio César, Pontifex Maximus. El constructor de puentes entre los dioses y los humanos. La costumbre de usar el título de Pontifex Maximus por el Papa comienza en el Renacimiento, lo cual es muy significativo. (Roma, 2016)

LA USURPACIÓN SIMBÓLICA

Un hecho muy curioso del uso de la simbología de Mercurio se da en la medicina. Como es sabido, el símbolo de la medicina es la vara de Asclepio (Esculapio según los romanos), una vara con una única serpiente enroscada. Un error muy común estos días es usar el caduceo de Mercurio como símbolo de la medicina. Veamos cómo y cuándo se desarrolló esta confusión, intencionada o no. El editor inglés John Churchill, que usaba como marca de imprenta un caduceo, publicó un libro sobre cirugía en 1837, lo que puede haber sido el inicio de esta extraña confusión.

La leyenda de la marca de imprenta dice «IRRUPTA TENET COPULA», frase extraída de una obra de Horacio y cada una de las serpientes tiene una palabra inscrita: «MEDICINA» y «LITERIS». (Google images)

Es en plena Segunda Revolución Industrial, hacia 1856, cuando el ejército de los Estados Unidos comienza a usar el caduceo como insignia de los asistentes hospitalarios. Para 1871, el Marine Hospital Service, que se dedicaba al cuidado de los marineros enfermos o discapacitados de la Marina Mercante estadounidense, adopta el caduceo como emblema. A partir de 1912 se convertirá en el Servicio Público de los EEUU.

El ancla y el caduceo evidencian que el origen del logo se debe a la Marina Mercante, no a la medicina. (Google images)

El Departamento Médico del Ejército de los EEUU adoptó el caduceo como símbolo en 1902, para gran descontento de muchos médicos que trabajaban en este departamento. En las discusiones que siguieron al asunto se trasluce que no se adoptó el caduceo por una simple confusión, fue deliberadamente elegido por ser el símbolo de los comerciantes a los que se consideraba no-combatientes. En la concepción de esta gente, los médicos propiamente dichos eran pocos en el departamento en comparación con los choferes de las ambulancias y personal logístico, por lo que a la hora de identificar y proteger a los miembros del Departamento Médico optaron por desechar el bastón de Esculapio. También se desechó la Cruz Roja (que es un símbolo de neutralidad invirtiendo los colores de la neutral Suiza) al considerarla un símbolo de una nación extranjera y optaron por el bastón de Mercurio, lo cual es completamente ilógico. La persona responsable de esta decisión fue el cirujano militar Coronel John R. van Hoff, nieto de un pastor presbiteriano (calvinista), por supuesto.

Ilustración del año 1944 con las insignias de las diferentes organizaciones del Departamento Médico del Ejército de los Estados Unidos de América. (Google images)

Un estudio realizado en 1992 concluyó que en Estados Unidos, el caduceo era usado como logotipo por el 38% de asociaciones de profesionales de la medicina, el 76% de las organizaciones comerciales de asistencia sanitaria y los hospitales en un 63%. Es solo una plasmación simbólica del verdadero fin del sistema sanitario moderno (no solo en Estados Unidos) donde el beneficio económico prima sobre la salud. Aparte de la «invención» de enfermedades por parte de este entramado, se puede observar en estos oscuros días de pandemia mundial cómo los poderes políticos destinan recursos públicos ingentes a las compañías privadas que monopolizan vacunas de las que sacarán ganancias gigantescas. Curiosamente, el apellido de la poderosa familia florentina que dio comienzo al sistema financiero moderno, Médici, muy probablemente provenga etimológicamente de la profesión de médico.

El cadáver del violador y traficante de menores Jeffrey Epstein fue trasladado a la Oficina del Médico Forense de Nueva York. El suicidio del magnate financiero, con múltiples conexiones con poderosos y agencias de inteligencia, iba a ser investigado por estos. (Netflix, 2020)

MERCURIO EN LA CULTURA DE MASAS

Si antiguamente las obras de arte eran la forma de propaganda más efectiva de los mecenas, hace tiempo que los medios audiovisuales han tomado más importancia en este sentido. El cine, sin duda, es el dispositivo de propaganda más poderoso del último siglo, no en vano se le revistió del debido prestigio pasando a considerarla como el «séptimo arte» en 1911.

Más allá de la obvia aparición de Hermes en «Jasón y los Argonautas» de 1963 (que por cierto aparece con un caduceo romano y un casco alado en lugar de un kerykeion y un petasos), Mercurio hace su aparición de manera muy significativa en alguna de las producciones de los grandes estudios financiados por poderosos conglomerados económicos cuyo objetivo principal siempre ha sido el beneficio pecuniario. El objetivo artístico siempre es secundario y está supeditado al mensaje que quiere transmitir los dueños de las productoras o los mecenas que las financian (en esto el cine no se diferencia del arte renacentista). Y aún así, siglos después, veremos cómo los italianos siempre serán más artísticos que los demás. Analicemos algunas de sus apariciones.

Los productores (1967) Este es un filme del director Mel Brooks, quien en 1944 fue enviado a recibir formación de élite en el Ejército de los EEUU (ingeniería, lenguas extranjeras y medicina, por lo que supongo que estaría familiarizado con el caduceo). Es una comedia en la que un productor corrupto y avaricioso de Broadway planea hacerse rico produciendo el mayor fracaso con ayuda de su contable. En una memorable escena, los dos intrépidos estafadores acuden a ofrecer el trabajo al peor director de Nueva York y son recibidos por su asistente. La escena, cargada de insinuaciones homosexuales, es digna de verse. Lo interesante, es que los conceptos de sexo, ascenso social (la estatua de Mercurio al lado del ascensor es una réplica de la de Giambologna, y su mano derecha señala hacia arriba) y estafa se ven reflejados a la vez.

El lobo de Wall Street (2013). Esta película de Martin Scorsese está basada en hechos reales y ofrece una visión típicamente hollywoodiense de estos «simpáticos» estafadores financieros, que en realidad, son llevados a cometer actos de depravación guiados únicamente por un «exceso de avaricia» y no por el propio sistema, que según estos no es malo per se, solo que debe ser regulado eficazmente. Es la misma visión del Rerum novarum católico, por otra parte. La escena a la que hacemos mención es muy similar a la anterior. Uno de los empleados de la compañía de financieros estafadores recibe una felación de una compañera en un ascensor, mientras es jaleado por el resto de primates. Estafa, sexo y ascenso social, con un Mercurio de Giambologna ilustrándolo al final de la escena.

Il divo (2008). Es un filme italiano sobre la vida del tenebroso político italiano Giulio Andreotti, obra de Paolo Sorrentino. Sus relaciones con la mafia, la logia P2, los asesinatos políticos, la strategia della tensione, el asesinato del «banquero de Dios» al que nos referiremos más adelante… quedan reflejadas en este magnífico largometraje. Mercurio aparece al menos en tres ocasiones durante el filme. En la primera ocasión aparece borroso tras la esposa del embajador francés, mientras la secretaria de Andreotti le instruye en cómo comprender el lenguaje gestual de las manos del líder de los demócrata cristianos italianos.

La esposa del embajador no ha escuchado cosas buenas acerca de Andreotti. (Il divo, 2008)

La segunda ocasión es más explícita, Mercurio aparece más definido, pero un poco lejano en el plano. Andreotti recibe en audiencia a sus votantes más humildes, algunos le reclaman el puesto de trabajo que les había prometido a cambio del voto, otros reciben ayudas económicas, regalos… El político mercadeando con los votos.

Los votantes esperan audiencia con el inefable Andreotti, que pasa delante de ellos como si de Nosferatu se tratase. (Il divo, 2008)

Hay un momento delicioso en el que uno de los politicastros que rodean a Belcebú (como también se conocía a Andreotti) exige un cargo político a cambio de «sus» 330.000 votos (interesante cantidad). Detrás suyo, un Mercurio sin caduceo pero con una bolsa en sus manos (suponemos que llena de dinero) hace su aparición. El detalle que pasa desapercibido son las fotografías que hay sobre la mesilla, si la vista no me falla se ve a Teresa de Calcuta, a Juan XIII y a Henry Kissinger, entre otros.

El político de la imagen me recuerda al jeltzale Ortuzar en más de un sentido, otro despreciable demócrata cristiano con muy poco de cristiano y menos de demócrata. Los hijos del Rerum novarum. (Il divo, 2008)
La imagen muestra a este peculiar Mercurio, sin caduceo, y cuya vista no se dirige a los cielos. Su mirada se fija en su propia bolsa llena de dinero (u otras cosas). (Il divo, 2008)

El traidor (2019). Esta interesantísima película italiana dirigida por Marco Bellochio cuenta la historia del famosísimo mafioso Tomasso Buscetta. En un momento de su historia criminal, Buscetta es arrestado en Brasil, y asqueado por la deriva criminal de una Cosa Nostra que ya no respeta los antiguos códigos de honor, muestra su disposición a colaborar con las autoridades y es extraditado a Italia. La televisión muestra su llegada escoltado al aeropuerto de Fiumicino en Roma en julio de 1984, y en el filme, el mafioso Pippo Calò observa la escena preocupado. Pippo Calò era conocido como «il cassiere di Cosa Nostra» (el cajero de la mafia) ya que era la persona encargada de los asuntos financieros de la organización. Tuvo estrecho contacto con algunas de las organizaciones más oscuras de la época en Italia: la Banda de la Magliana (implicada en los asesinatos del periodista Mino Picorelli y la muchacha desaparecida en el Vaticano Emanuella Orlandi), la logia paramasónica Propaganda Due (P2) de Licio Gelli, elementos neo-fascistas implicados en Gladio y los servicios secretos.

Sobre la cabeza de Pippo Calò, el Mercurio volador de Giambologna señala hacia arriba… pero también hacia abajo. La suerte de Pippo estaba echada. (Il traditore, 2019)

LOS OBELISCOS HERMÉTICOS

No iba a terminar el artículo sin mencionar la muy peculiar relación entre las estatuas de Mercurio y los obeliscos (egipcios y copias posteriores). Por supuesto, el origen de esta relación debe rastrearse en el antiguo egipcio, para lo que tendremos que hacer uso de la versión egipcia de la deidad: Thoth. Dijimos que a Thoth se le rendía culto en la ciudad de Khemnu, a orillas del Nilo. La entrada al Templo de Thoth se encontraba custodiada por dos obeliscos gemelos fabricados en limolita verde oscura, con jeroglíficos con dedicatorias a Thoth. Fueron inventariados por la expedición francesa de Napoleón en 1798, ya fragmentados (originalmente medían unos 5´5 metros). Iban a ser transportados al Louvre desde Alejandría, pero tras la derrota francesa en la Batalla del Nilo, los obeliscos acabaron en el Museo Británico en Londres.

Una ubicación horriblemente deslucida para los obeliscos de Nectanebo II es lo que el destino les reservaba. (London, 2018)

Como ya comentamos anteriormente, la ciudad de Khemnu fue rebautizada como Hermópolis Magna durante la dinastía Ptolemaica griega. Y en ese lugar sucedió uno de los hechos más misteriosos de la historia. El emperador Adriano, que siempre mostró atracción sexual por hombres jóvenes más que por las mujeres, se había quedado prendado del bello y jovencísimo Antinoo, nacido al noroeste de la actual Turquía. En la fecha en que se conocieron, alrededor del 123 a.C., Antinoo no era más que un niño de unos 13 años y Adriano estaba cerca de la cincuentena. A partir de entonces fueron compañeros inseparables, viajando juntos a todos los rincones del Imperio Romano, incluso siendo ambos iniciados en los Misterios de Eleusis en Grecia. Para el año 130 a.C. Antinoos ya no era un niño, y se embarcó con Adriano y su séquito en un viaje por el Nilo. Alrededor de octubre, durante las festividades que conmemoraban la muerte por ahogamiento de Osiris en la ciudad de Hermópolis Magna donde se encontraba el santuario de Thoth, Antinoo cayó al río y falleció ahogado ante la mirada del Emperador.

El Pantheon de Agrippa tal como lo conocemos hoy fue reconstruido por orden del Emperador Adriano y serviría muchos siglos después como modelo para la cúpula de Brunelleschi en Florencia y la cúpula de Michaelangelo en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. (Roma, 2016)

De todas las diferentes teorías sobre las causas del misterioso fallecimiento (accidente, asesinato político, celos de la Emperatriz Sabina, suicidio…), la más plausible de acuerdo a las fuentes históricas es la de un sacrificio humano a los dioses. Aunque Adriano se mostraba contrario (públicamente) a estas prácticas, la cercanía de su propia muerte por el hecho de que se encontraba enfermo desde hacía años, y la extendida creencia en aquellos tiempos de que una muerte podía rejuvenecer la salud de otro, pueden haberle hecho cambiar de opinión.

Una de las cuestiones más fascinantes del Pantheon es el juego de iluminaciones que crean los rayos de sol al atravesar el óculo de su cúpula. El Pantheon estaba diseñado para que durante los equinoccios, solsticios y el 21 abril (día de la fundación de Roma), los rayos del sol todopoderoso iluminase puntos muy concretos del edificio. El Emperador nacido en Itálica (cerca de la actual Sevilla), conocía los secretos de la astrología. (Roma, 2016)

La muerte de Antinoo dejó desolado a Adriano (y posiblemente lleno de remordimientos) por lo que deificó a su antiguo amante, asimilándolo a Osiris, quien también había muerto asesinado en el Nilo. Además, fundó una ciudad en el lugar de su muerte a la que llamó Antinoopolis, en la otra orilla respecto a Hermópolis Magna. Adriano se esforzó en perpetuar su culto y para es fin lo intentó presentar en Grecia como una forma sincretizada del culto a Hermes, muy popular en la época (131 a.C.). Aunque Adriano prefirió la sincretización Antinoo-Hermes (al fin y al cabo, Hermes también fue el dios de los efebos), fue ampliamente sincretizado con Dionisos a lo largo y ancho del Imperio Romano. El culto fue muy popular, y las razones son evidentes, era un dios de origen humano, lo cual permitía identificarse con él de manera más fácil. Las esculturas del divino Antinoo se propagaron por todo el Imperio, y como hemos visto, probablemente sirvieron de inspiración a Donatello para crear su renacentista David.

Estatuas halladas en el Serapeum de Villa Adriana, donde el Emperador construyó un Templo dedicado a Antinoo, el Antinoeion. (Vaticano, 2016)

Adriano ordenó construir un obelisco en memoria de Antinoo (se ve que los egipcios aún conservaban el arte de su construcción y erección). Las inscripciones jeroglíficas del obelisco muestran muy poco conocimiento del lenguaje egipcio y escasa pericia en su ejecución. Los jeroglíficos identifican a Antinoo con Osiris y ruegan a Thoth rejuvenecer su espíritu. El obelisco se erigió posiblemente en el Antinoeion de Villa Adriana, un templo dedicado a su gran amor. Fue destruido por los Godos durante el siglo V, y fue encontrado hecho pedazos más de diez siglos después. Estuvo en diferentes ubicaciones hasta que el Papa Pío VII ordenó ponerlo donde todavía hoy permanece, en Monte Pincio.

Para mi desgracia, de todos los obeliscos que pude visitar en Roma, el de Antinoo no fue uno de ellos. (Google images)

La relación de Hermes-Mercurio con los obeliscos será una constante en la historia. Baste ver la ilustración de la portada del libro que le dedicó el jesuita Athanasius Kircher al Papa Inocencio X en 1650, dos años después de que el mismo pontífice denunciase los acuerdos de la mercurial Paz de Westphalia. Por cierto, uno de los financiadores de la publicación fue Fernando II de Médici. El libro, llamado Obeliscus Pamphilius (Pamphili era el apellido del Papa), era un intento de descifrar los jeroglíficos del obelisco de Piazza Navona. Para ello hizo uso de la hermenéutica (que proviene de Hermes), interpretando las figuras mediante la «inspiración divina». Por supuesto, cuando Champollion logró descifrar los jeroglíficos unos 170 años después, se pudo comprobar que los intentos de Kircher fueron una auténtica estupidez sin sentido.

En la portada del Obeliscus Pamphilius, Mercurio enseña (mal) cómo descifrar los jeroglíficos egipcios. (Google images)

A escasos metros del obelisco de Antinoo se encuentra otro obelisco situado en los jardines de Villa Médici. Es una copia realizada en el siglo XIX del obelisco egipcio de la época de Ramsés II que fue trasladado a los jardines de Bóboli en Florencia, y que previamente había comprado Fernando I de Médici en el siglo XVI. Pues bien, justo enfrente del obelisco, perfectamente alineado, hay una estatua del Mercurio Volador de Giambologna.

Para añadir drama a mi desgracia, este es otro obelisco que no visité en Roma (Google images).

El obelisco que fue transportado a Florencia está situado en medio de un anfiteatro lleno de estatuas de dioses y emperadores romanos, perfectamente alineado con el eje principal del Palazzo Pitti, la fuente de Neptuno y la estatua de la Abundancia. También hay alguna estatua de Adriano por ahí.

Nada excesivamente mercurial en todo caso, pero si nos acercamos al monolito, veremos que está apoyado sobre cuatro elementos de bronce. Las 9 toneladas de granito rojo extraídas de las canteras de Aswan se asientan sobre cuatro tortugas. Quizás sea demasiado elucubrar, pero no hay que olvidar que uno de los animales que simbolizaban a Hermes en la antigua Grecia, era la tortuga, ya que según los Himnos homéricos, el niño Hermes inventó la lira a partir de un caparazón de tortuga. Servio, el gramático latino del siglo IV, situó la acción a orillas del Nilo, sin duda inspirado por el sincretismo de Hermes y Thoth.

Las pobres tortugas, aplastadas por 9 toneladas y 3 milenios. (Florencia, 2016)

Y el resto de obeliscos «herméticos» o «mercuriales», los iremos desgranando más brevemente, ya que no es cuestión de aburrir al lector con tantos datos. No demasiado lejos de Villa Médici se encuentra el Hotel Excelsior, donde Licio Gelli oficiaba las iniciaciones de su logia Propaganda Due (P2). Perón y el siniestro López Rega (apodado «El bujo» por su afición a lo esotérico y organizador del grupo terrorista Triple A), por ejemplo, se hospedaron ahí cuando visitaron a Gelli. Nunca está de más comentar que la embajada de los EEUU se encuentra al lado del Hotel Excelsior. Cuando muchos años después mutilaron las manos al cadáver de Perón y mediante una carta firmada por un tal «Dr. Hermes IAI y los 13» se exigió un rescate de 8 millones de dólares, muchos vieron a Licio Gelli detrás de esto.

Dicho esto, vayámonos a Londres, donde fue asesinado Roberto Calvi, el «banquero de Dios», miembro de la logia P2. El presidente del Banco Ambrosiano, con tratos con el Vaticano (de ahí su nombre) y la Mafia, hizo perder mucho dinero a gente peligrosa cuando declaró la quiebra pocos días antes. 13 días antes de morir había enviado una carta a Juan Pablo II, amenazándole/advirtiéndole de las nefastas consecuencias de la caída del Banco Ambrosiano. No obtuvo respuesta. Licio Gelli y Pippo Calò (el cajero de la Mafia) decidieron su ejecución, aunque años después fueron absueltos por falta de pruebas. El cadáver apareció en el puente Blackfriars, en el límite del distrito financiero de Londres. Los miembros de la P2 solían llamarse entre sí los «frati neri» o frailes negros, que es lo que significa «black friars».

Calvi apareció ahorcado en el puente Blackfriars de Londres a la mañana del 18 de junio de 1982. Los forenses británicos concluyeron que fue un suicidio, lo que se pudo refutar en una investigación posterior. (Google images)

La City de Londres está llena de caduceos y Mercurios, lo cual no es de extrañar, ya que estamos hablando de uno de los centros financieros más importantes del mundo. En el mastodóntico edificio del Bank of England (banco central del Reino Unido), por supuesto, no podían faltar los caduceos en su puerta principal.

Puerta principal del Bank of England (Google images)

Por otra parte, tenemos el obelisco egipcio conocido como Cleopatra´s Needle (aunque no tenga nada que ver con la última gobernante de la dinastía ptolemaica). Probablemente, el obelisco peor ubicado y mas deslucido de los que hay en el mundo. Una verdadera desgracia urbanística, un desastre estético absoluto.

Miles de kilómetros de azarosas aventuras tuvo que pasar el monolito para llegar aquí, durante una tempestad en el Golfo de Vizcaya se perdió y estuvo a la deriva durante cuatro días hasta que apareció en Ferrol. Todo para esto… (Londres, 2018)

Ahora tiremos una línea recta desde la puerta del Bank of England hasta el obelisco. La línea pasa justo por encima de una estatua de la reina Victoria, situada en el límite de la City. Justo enfrente de la estatua aparecería el cadáver de Roberto Calvi en Blackfriars. Banqueros, mafiosos, masones, estafadores, poder divino, asesinatos… muchas cosas ocurren sobre la línea imaginaria.

Las farolas que bordean el Támesis están adornadas con caduceos mercuriales. Este es el puente de Lambeth, adornado con un par de obeliscos en cada entrada. (Londres, 2018)

Y ya que hablamos de la P2, vayámonos al otro extremo del mundo. Ya comentamos en el capítulo 8 las andanzas de Stephano delle Chiaie, quien era un neofascista colaborador de Licio Gelli y además trabajó tanto para la Triple A del «Brujo» López Rega en Argentina como para la DINA de Pinochet en Chile. En 1973 Delle Chiaie viajó a Chile como corresponsal de la agencia-tapadera Aginter Press y junto con Michael Townley (agente de la CIA) colaboraron con el grupo paramilitar de extrema derecha Patria y Libertad. Ya comentamos en su momento la complicidad del diario El Mercurio con las actividades golpistas y de contrainsurgencia en Chile, incluso colaborando con la DINA en la operación de encubrimiento de la tortura y asesinato de 119 militantes izquierdistas en 1975 (la mayoría del MIR, 19 de ellas mujeres). El director de El Mercurio, que había militado en el Movimiento Nacional Socialista chileno, tuvo un papel decisivo en aquella repugnante Operación Colombo.

Imagen extraída del libro «Chile 1975 o la historia que se repite» del cineasta anarquista gijonés Miguel Herberg. ¡Y vaya si se repite!

Pero vayamos al plano simbólico-urbanístico. Comencemos por ubicar el cuartel general de Patria y Libertad, muy cerca de la Plaza Dignidad (antes Plaza Italia). No hay ningún Banco en los alrededores, y ni la antigua sede del diario El Mercurio ni la Bolsa quedan demasiado cerca (por cierto, esta última adornada con caduceos a ambos lados de su letrero). Sin embargo la intuición me decía que por alguna razón Mercurio debía estar muy cerca de la sede de estas ratas.

Ya vimos en sus momento cómo desde el monumento a Baquedano hacia el este se alineaban dos obeliscos, pero esta vez buscaremos otros dos hacia el oeste, el Monumento a los Escritores de la Independencia y el Monumento a la Gloria. Marcaremos la línea que une los obeliscos y el monumento de Baquedano y ¡bingo! Justo sobre la línea se encuentra el conjunto escultórico conocido como Fuente Alemana.

Los diferentes hitos de la alineación monumental (de izquierda a derecha y de arriba a abajo): Monumento a la Gloria, estatua de Baquedano recibiendo su merecido, Monumento a los Escritores de la Independencia y el Mercurio de la Fuente Alemana. (Google images).

La Fuente Alemana representa un barco con la diosa Victoria y otras figuras heroicas, sin embargo en la popa de la embarcación está nuestro amigo Mercurio, con el caduceo y un cóndor en actitud de ataque. Resulta muy apropiado teniendo en cuenta que el plan coordinado por los EEUU y puesto en marcha por gentuza como Pinochet, López Rega, Contreras o Delle Chiaie haya sido bautizado como… Plan Cóndor.

Mercurio está en un plano discreto, como quien vigila que el plan funcione como estaba previsto. (Google images)

Tampoco nos debemos olvidar que el apoyo económico militar y político más importante que tuvo la dictadura chilena, aparte de la estadunidense, fue la del presidente brasileño Emilio Garrastazu Médici, que además de colaborar en el golpe militar y asesorar militarmente en la brutal represión, defendió a Pinochet en las instituciones internacionales. De hecho, Brasil fue el primer país en reconocer al régimen dictatorial. Nada bueno podía salir de la unión de los Médici y la oligarquía latinoamericana de origen vasco. La aparición de los Médici en esta historia solo demuestra que el mundo es un pañuelo… ¡lleno de mocos!

ICONOCLASIA ANTI-MERCURIAL

Fue en tiempos de la Guerra del Peloponeso, cuando el año 415 a.C. la flota ateniense se disponía a zarpar hacia Siracusa en Sicilia, todas las hermas (esculturas de Hermes con el falo erecto) fueron vandalizadas, lo que se entendió como un mal augurio. Nunca se supo de la verdadera identidad de los autores, pero se acepta que la mutilación consistió en la rotura de narices y penes de las estatuas. El hecho se conoce como Hermocópidas.

Hermas, figuras e Hermes sin pene ni gloria. (Google images)

Es curioso comprobar que en las esculturas vandalizadas en la cultura egipcia, el objetivo principal de los iconoclastas era la nariz. En muchos casos, esta iconoclasia tenía fines políticos, con la idea de borrar el legado de anteriores mandatarios. En otros casos, se destruyeron estatuas por motivos religiosos, como una forma de enterrar un culto que se consideraba una amenaza. Todo esto demuestra que las estatuas no eran lo que hoy se entiende por obra de arte, esto es una descontextualización muy corriente a la hora de analizar este tipo de fenómenos. Las esculturas eran (y son) una herramienta que tenía (y tiene) el poder para contar una historia y señalar qué es lo que debe ser recordado y cómo. ¿Por qué la nariz? Quizás se quería evitar que la imagen siguiese «respirando» y lo que no puede respirar muere, habría que preguntarle a Trismegisto. Lo único que queda claro es que las estatuas siempre fueron algo más que objetos representativos y que la rotura de su nariz implicaba una «desactivación de la fuerza» de la imagen.

Bajorrelieve egipcio (2.500-350 a.C.)en el que los golpes de cincel en la nariz son evidentes., lo que demuestra que no es la erosión la que dejó sin nariz a muchas estatuas. (Google images)

Otro caso curioso de vandalismo de una estatua de Mercurio se pudo ver en Barcelona en 2002. El famoso Banksy realizó un estarcido de un elefante llevando un cohete en su lomo, al que tituló «Artillería Pesada». Desconozco si el spray que recubre de colorines a Mercurio y el pene al estilo Príapo son obra de Banksy, pero supongo que no.

Más vandalismo que iconoclasia en el sentido más político (Google images)

Una de las causas de la Guerra de los 80 años fue la iconoclasia practicada por los calvinistas con las imágenes católicas en los Países Bajos. Sin embargo, durante los últimos años, la iconoclasia ante las imágenes dispuestas en los espacios públicos parece haber tomado mayor fuerza que nunca, como por ejemplo la destrucción de estatuas con contenido racista durante las protestas de Black Lives Matter en los Estados Unidos, obeliscos dedicados a esclavistas incluidos. Algunas de las actuaciones más potentes las han efectuado los insurrectos chilenos tras el estallido social de 2019. La estatua de Baquedano ardió hace unas semanas en la Plaza Dignidad, así como la sede de El Mercurio en Valparaíso y estatuas diversas de conquistadores españoles han sido .

Sólo un día después del estallido social del 18 octubre de 2019, el fuego arde simbólicamente a los pies de Mercurio, que aunque no se ve en la imagen, está en la parte alta del edificio. El odio acumulado hacia el diario más antiguo de Chile está más que justificado por casi 200 años continuados de agresión. (Google images)
A finales de marzo de 1920, casi 100 años antes, el edificio de El Mercurio de Valparaíso ya había sufrido un incendió que calcinó la estatua del dios (parece verse su esqueleto sobre el tejado). El diario madrileño «El Fígaro» cifró las pérdidas en «más de un millón de pesetas» de la época. No he sido capaz de verificar si estuvo relacionado con la revuelta urbana que comenzó por el deficiente funcionamiento del tranvía un miércoles 10 de marzo de 1920. (Google images)

El edificio antiguo de El Mercurio en Santiago (ubicado en el Palacio Larraín Zañartu, de sonoridad tan vasca) estaba adornado con un Mercurio al estilo de Giambologna. A diferencia del de Valparaíso, este portaba algo en su mano derecha. La nueva sede, trasladada convenientemente a Vitacura, la comuna donde viven los ricos, parece haberse llevado esa misma escultura. No sabría decir qué es lo que porta exactamente en su mano derecha. Nada bueno, seguramente. (Google images)

Al Mercurio de la Fuente Alemana los iconoclastas le otorgaron un tratamiento más sofisticado, pero no menos elocuente. La brutal represión de los Carabineros de Chile a partir del estallido social de 2019 dejó más de 350 heridos por trauma ocular, con un terrible balance de 200 ojos reventados. La práctica de disparar «armamento no-letal» a los ojos sin duda ha sido aprendida de los manuales de actuación que las repugnantes Israel Defense Forces comenzaron a poner en práctica en la franja de Gaza durante las protestas fronterizas de 2018. Como se indicaba en el libro «Llamamiento» del colectivo Tiquun en el ya lejano 2003: «El ejercito israelí está convirtiéndose en el consultor más competente en pacificación urbana; los expertos del mundo entero se maravillan de sus últimos hallazgos, tan temibles y tan sutiles, en materia de eliminación de subversivos. El arte de herir –herir a uno para amedrentar a cien– alcanza aquí el no va más.»

Mientras todos los cuerpos policiales reciben instrucción de consultoras israelíes con «metodología probada en combate» según dicen los folletos de esta pandilla de cobardes, los iconoclastas han hecho uso, además de los métodos clásicos (y plenamente justificados) de reapropiación violenta del espacio público, el poder del símbolo. La estatua de Mercurio de la Fuente Alemana con los ojos sangrantes y la inscripción que reza «las balas van a volver» es un claro ejemplo del poder del símbolo reapropiado. Cuando los imbéciles lloriquean aduciendo que se está destruyendo patrimonio cultural o cualquier memez del estilo, solo hay que plantearse si cualquier pedazo de chatarra de bronce o mármol vale más que la dignidad de la gente que se ve obligada a transitar frente a esa «obra de arte».

CONCLUSIONES

En pleno 2021 podemos comprobar como los que usan a Mercurio como símbolo han llegado a amasar un poder que ni los Médici habrían podido llegar a imaginar. Mientras el ciudadano medio es arrinconado al borde del precipicio de la miseria, asoman como grandes noticias el enriquecimiento exponencial de la industria farmacéutica, de Amazon, de las plataformas audiovisuales que mediatizan todo nuestro ocio, de la industria energética, de los financieros, y de todos esos mercachifles de la nada.

Las características más perniciosas del múltiple Mercurio (la avaricia, el engaño, la trampa, la inmoralidad) son tomadas como ejemplo de lo más elevado a lo que un ser humano puede aspirar. Por eso triunfan tipejos como Bezos, Jobs, Musk…

Si en el Renacimiento las obras de arte fueron la demostración de la supuesta sofisticación y grandeza intelectual de sus promotores, el arte moderno es menos engañoso al menos en un aspecto, aún no habiendo ninguna diferencia con respecto a los objetivos últimos de la producción de «arte». La «indescifrabilidad» de la mayoría de expresiones artística modernas nos expone con transparencia absoluta la desértica desolación de ideales profundos de la sociedad de consumo actual. Además, queda patente la insufrible vacuidad de cierto tipo de artistas cuyo valor únicamente puede ser medido por los millones que invertirá en la próxima subasta el financiero de turno, también la de muchos de los compradores. ¡Mercurio nuestro que surcas los cielos, si hasta el patán de Sergio Ramos se está haciendo con una colección de arte millonaria, hasta tiene obras de Banksy!

El sargento Hartman haciendo como el niño del «Traje nuevo del emperador». (Full Metal Jacket, 1987)

Los apologetas del arte moderno tratarán de ignorante a quien no comulgue con su exaltación de esos escupitajos a la cultura humana. Pero el arte moderno se explica de una manera muy sencilla con un simple ejemplo: toda la colección de arte de la Fundación Guggenheim se financió principalmente con el dinero proveniente de décadas de expolio del salitre y el cobre de Chile. Es más, la compañía cuprífera yankee Kennecott colaboró ilegalmente con los golpistas para derribar a Allende después de que este nacionalizase el cobre. Al menos tres miembros de la junta del Museo Guggenheim pertenecían a la vez a la junta de la Kennecott Copper Corporation en aquel periodo oscuro. El dinero para construir los edificios absurdos que contienen las obras siempre se paga con dinero público. ¿La filantropía? Es sólo otra manera de seguir ganando dinero a cuenta del trabajo de los demás y de limpiar el nombre de una pandilla de buitres explotadores.

La guerra simbólica no ha hecho más que empezar. Pero esa no es la más preocupante, los poderes económicos han estado armando a sus perros guardianes uniformados con la tecnología más puntera ante la más que previsible batalla que se avecina. Y con los cursos de «pacificación urbana» impartidos a los cuerpos policiales por consultorías israelíes pagados con dinero público.

Este artículo difícilmente podría haberse escrito sin apoyarse en la cualidad de Mercurio de protector de los viajeros, con sus sandalias aladas que le permiten trasladarse de aquí a allá en un abrir y cerrar de ojos, como buen turista en la era de los vuelos low-cost.

Se han quedado en el tintero algunas apreciaciones sobre la presencia de Mercurio en ciudades como Barcelona y Bilbao. Quizás algún día le ponga remedio.

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Dejemos que Karl Marx, que no era ningún imbécil, tenga la última palabra:

A primera vista, una mercancía parece ser una cosa trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas.”

Marx, Karl. El Capital. Cap. I, 4 p. 84.

«¿Dime Karl, crees que Mercurio estaba al corriente del significado del «fetichismo de la mercancía»?»
«No lo dudes, Friedrich.» (Berlín, 2019)

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Un agradecimiento especial a R. por su amistad, los libros, las agudas observaciones y las pistas que han ayudado a configurar algunos de los pasajes de esta serie de artículos.

Pero sobre todo, este capítulo está dedicado a L., la mejor compañera de viaje que se puede tener. Incansable caminante, siempre dispuesta a guiarme y a seguirme por los vericuetos del espacio y el tiempo. Algunos de los Mercurios fueron encontrados por ella, y sin su obstinación jamás habría accedido a dejarme ver por ese lugar «maligno y satánico» que es el Vaticano. Eskerrik asko!

Continuará…

6 opiniones en “VISIONES DE UN MUNDO OCULTO (9)”

  1. ¡Muy buenas tardes!
    Es un verdadero placer leer sus documentados y audaces artículos.
    Siempre es causa de alegría para mí, sus excelentes publicaciones.
    Mi más sincera enhorabuena y mil Gracias.
    Un abrazo.

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  2. Muchas gracias por estos escritos, son muy reveladores. Pero se me queda todo muy cojo, es decir, ¿qué base cosmológica sustenta todo esto? No sé si se ha leído a Patrick Harpur, muy interesante autor que le recomiendo si no se lo ha leído. El tema es, ¿qué sentido tiene esto? ¿Viene dado por un Dios Verdadero ?

    Gracias.

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